Atravesar la cordillera en balsa y desembocar junto con un río en el mar, es la meta de una excursión que, además de aventura, incluye los más bellos paisajes de la Patagonia andina.
Para los que anhelan vacaciones con el máximo contacto con la naturaleza, altas dosis de aventura y visualizar parajes inhóspitos y de belleza incalculable, y que además no le temen al agua, esta excursión les interesa. La proeza es navegar durante 6 días el río Palena atravesando la cordillera hasta llegar al océano Pacífico.
Para abordar esta travesía hay que llegar a Esquel y desde allí el equipo de guías conduce en camioneta hacia la localidad de Palena. Trajes de neoprene, cascos y chaquetas secas se les proveen a los pasajeros que irán acompañados de expertos en aguas blancas en balsas, atrás van los catarraft de carga y apoyo con todo lo necesario para que la excursión sea memorable. Esto incluye carpas, todos los enseres del campamento, vehículos y elementos de seguridad y auxilio.
En Palena se toma contacto con el agua del río homónimo, y allí hay que tomar los remos y remar durante al menos 3 horas hasta llegar al primer campamento. En ese tramo las tonalidades del agua, el cielo, la montaña y la vegetación circundante sitúa al expedicionario en tema.
Todo lo que deseó y planificó ahora es realidad, y cuánto más hermoso es el paisaje de lo que había visto en fotos, y cuánto más helada el agua. Pero nada reemplaza sentir la fuerza del río en los sectores rápidos o dejarse llevar en otros como mecidos en una cuna de aire, y respirar profundo para absorber los aromas de la naturaleza.
Los guías son los encargados de encender el fogón -esencial para la mateada, para preparar la cena y para desatar las charlas de los turistas que convivirán durante 6 jornadas-. Luego también arman las carpas mientras los pasajeros disfrutan del entorno capturando imágenes y tomando algo caliente como para templar el cuerpo.
La cena se sirve temprano puesto que la idea es descansar con el fin de retomar el camino con muchas ganas el día siguiente.
Tras el desayuno a orillas del río, la segunda jornada será intensa, con una larga navegación hasta el mediodía, que deparará postales inimaginables y el descubrimiento de más ejemplares de flora y fauna autóctonas. La primera parada es en un sitio denominado Pampa Linda, allí el personal de apoyo prepara el almuerzo y todos se distienden y relajan el cuerpo inspeccionando todo lo posible de tierra firme.
Pero esta es una travesía de navegación, por tanto a seguir el rumbo del agua. Se continúa descendiendo durante alrededor de 4 horas hasta arribar al segundo campamento. Las luces de la tarde permiten apreciar el magno entorno, aunque la intención primera es encender el fogón, tomar el té y estirar las piernas. Los preparativos de la cena encuentran a todos los miembros del equipo en apasionadas charlas, aún restan 4 días.
El día 3 arranca con la meta de llegar a Plaza el Sauce para descansar en sus aguas termales naturales, por ello las horas de remo no cuestan. Además entre paredones de rocas y suaves playitas verdes, en medio de la cordillera, la expedición, adquiere su mayor sentido. El resto de la jornada se pasa allí, la idea es disfrutar y descansar, como siempre a dormir temprano.
A remar, a buscar nuevas imágenes para el álbum fotográfico, a continuar con la aventura. El 4 es el último día de campamento pero quedan 2 en el agua, las carpas se arman nuevamente en una playa con aguas termales, totalmente en estado natural.
La quinta jornada encuentra a los viajeros en el gomón ansiosos por desandar los últimos kilómetros del río, para llegar a la desembocadura en el océano Pacífico. Al premio de haber cumplido con la meta y con la majestuosidad del mar frente a los ojos, llega el almuerzo y una tarde libre para disfrutar de las últimas horas de la aventura.
El regreso a Esquel es por tierra viviendo otros aspectos del cruce de los Andes patagónicos, y rememorando los mejores momentos de un viaje inolvidable.
Fuente: Los Andes Turismo
http://www.losandes.com.ar/notas/2010/1/31/turismo-469610.asp