Además de los soñados paisajes de lagos y bosques, Villa La Angostura ofrece la delicia de una gastronomía que utiliza ingredientes regionales como carne de ciervo, trucha, cordero patagónico y jabalí, hongos de pino y ciprés, y frutos rojos como cerezas, frambuesas o frutillas. Una recorrida por algunos de los mejores restaurantes de la ciudad.
Villa La Angostura está rodeada por el Parque Nacional Nahuel Huapi, en uno de los rincones más verdes de la Patagonia, donde las montañas conforman anfiteatros naturales alrededor de los lagos. Y junto a la costa de esos lagos sobresalen las casas con techo a dos aguas que le dan al lugar un aire de aldea alpina trasplantada desde el centro de Europa.
Además de las excursiones por algunos de los paisajes más hermosos de la Patagonia, como el Corredor de los Siete Lagos, Villa La Angostura tiene una gastronomía muy propia que la distingue de otros destinos de la región. Hay más de una veintena de restaurantes y en general las recetas se basan en la cocina internacional reelaborada con productos locales como carne de ciervo, trucha, jabalí, cordero patagónico y liebre (al escabeche, como relleno o paté). También se cocina con productos del Atlántico, como salmón blanco y merluza, y salmón rosado traído de Chile. Algunas de estas combinaciones son los ravioles de trucha, el queso de cabra en las ensaladas y el uso de hongos de pino o de ciprés (morillas) en toda clase de comidas.
Para Alejandro Echassendague –chef del restó con vista al lago del hotel Sol Arrayán, quien lleva años trabajando en la ciudad– en la gastronomía local sobresalen tres restaurantes gourmet que son Las Balsas, Tinto Bistró y Waldhaus, este último especializado en platos centroeuropeos como raclette y las fondues bourguignonne (de carne) y suiza (de queso). “Estos son los que se distinguen y el resto está a un nivel bastante bueno y muy parejo”, opina Echassendague. A su modo de ver, la gastronomía de la ciudad se define por una gran variedad: si por un lado están los citados establecimientos gourmet, al mismo tiempo hay otros especializados en pastas como Nicoletto, otros sólo para comer pizza como Puerto Pirata, y luego los restaurantes de cada hotel.
En Sol Arrayán, un hotel inaugurado hace tres años, Echassendague busca que el acompañamiento del plato principal no altere el sabor del producto local: “Que la estrella, por ejemplo, sea la trucha y no la guarnición”. Por tratarse del restaurante de un hotel, con huéspedes muy variados, evita la sofisticación al estilo gourmet en pos de una cocina “simple, sabrosa y vistosa”, apuntando al gusto masivo que no deje a nadie afuera por tener un perfil demasiado definido. Un acompañamiento para la trucha puede ser entonces un puré acidulado con limón, espinacas salteadas y salsa de jamón crudo, avellanas y hierbas suaves como salvia, perejil y tomillo ($63). Como entrada el chef recomienda la sopa de hongos, el lomo con ragú de hongos y el risotto con hongos, todos de la zona.
Una de las especialidades en Sol Arrayán es el cordero en dos cocciones. Es decir que una parte del plato es un rollo de cordero braseado con cocción larga y a baja temperatura. Y la otra parte es una costilla sellada en la plancha y al horno. El plato se acompaña con papas rösti, estofado de acelga y reducción de Malbec. Esta preparación ofrece al paladar dos texturas distintas de una misma carne: la parte braseada es tierna y suave y se deshace en la boca, mientras la costilla conserva la esencia del cordero asado con su sabor original. Para los postres, acompañados por la música de Ella Fitzgerald y Tony Bennett, se puede probar un parfait de Bailey’s con compota de frutos rojos ($30).
El Hotel Correntoso tiene el restaurante hotelero más antiguo de Villa La Angostura (en verdad se creó primero el hotel y a su alrededor la ciudad). El chef es Fernando Capuzzi, al frente del restaurante Belluno, así llamado por la ciudad de origen de la familia Capraro, fundadora del establecimiento. “Nosotros tratamos de escaparle a lo clásico pero sin irnos hacia el lado vanguardista”, asegura Capuzzi, quien también evita manipular demasiado los productos patagónicos para que no pierdan su sabor original. Al estar ubicados justo en la boca del río Correntoso –un excelente lugar para la pesca de salmónidos–, Belluno pone mucho énfasis en los platos con trucha. Aquí es frecuente comer mientras se ve por los ventanales a los pescadores que arrojan sus moscas... Las guarniciones son “tranquilas”, como un puré de maíz, una emulsión de arvejas o un aromático arroz thasmin.
Una entrada en el restaurante Belluno puede ser una sopa de maíz con crutones aromatizados ($36) o los hongos salteados con provoleta dorada ($38). Como plato principal se puede optar por la trucha dorada sobre ensalada de legumbres, tomates secos y espinaca salteada. Otra alternativa es el cordero sauté sobre puré rústico de papa. Y para los postres una opción es el ananá dorado con crema helada sobre masa crocante.
Además de Belluno, el hotel Correntoso tiene el Restaurante del Puerto ubicado en la costa misma del lago, donde se ofrece una cocina más criolla y un ambiente relajado e informal. Allí se puede comer cordero patagónico a la parrilla o pata de cordero al horno de barro.
Puerto Pirata es el lugar por excelencia para comer pizza en la ciudad, fácilmente reconocible porque tiene la forma de un barco de madera y su interior está decorado con timones, claraboyas, redes y salvavidas. La especialidad es la pizza por metro. Una de 50x23 centímetros trae doce porciones y para elegir hay 31 sabores que se pueden combinar hasta en tres variedades por pizza. Algunas opciones pueden ser la pizza de atún, otra con champiñones y jamón, la de longaniza y panceta o la Superpirata, con huevos fritos, papas, jamón, muzarella y provolone. También ofrecen servicio de delivery.
Entre los lugares de comida al paso uno ineludible –es el único en el Bosque de Arrayanes– es la tradicional Casita de Té, que todo el año ofrece alfajores caseros, tostados, tortas de chocolate, café expreso y chocolate en taza, ya sea bajo techo o en unas mesitas al aire libre con vista al lago adentro mismo del idílico bosque.
El restaurante 7 Lagos es una de las mejores opciones en la ciudad para comer minutas sentados al aire libre bajo una sombrilla. Muy recomendable es el salmón a la plancha y también se sirven pollo al horno, bife de chorizo, milanesas, lomitos, sandwiches y picadas.
Las Varas es la parrilla patagónica tradicional de Villa La Angostura. La estrella es por supuesto el cordero patagónico asado, aunque un plato muy pedido es la trucha con salsa de almendras y puré ($48). Otra delicia local es el lomo de ciervo a la parrilla con papas noisette ($70). Los sorrentinos de trucha son una buena mezcla de la cocina internacional con la local ($25), que se pueden acompañar con una salsa de hongos. Como entrada se ofrecen empanadas de ciervo o cordero ($5) y lengüitas de cordero al escabeche ($26). Además hay tablas de ahumados que incluyen ciervo, jabalí, trucha, salmón y arrolladitos de queso. Y de postre, una buena opción puede ser una copa de frambuesas con helado ($28).
Fuente: Página 12 Turismo