La especie estaba amenazada, pero ahora está aumentando a un ritmo de 5,7% anual
No en vano la mayor población de lobos marinos de un pelo eligió el norte del Golfo San Matías para establecer su residencia permanente. Cada atardecer, los casi 3000 animales que residen de manera permanente en el apostadero conocido popularmente como "la lobería", disfrutan de un atardecer rojo intenso en medio de amarillos verdosos y distintos tonos de azul.
Allí, cada verano, unos 800 lobitos agrandan la colonia en el apostadero ubicado dentro de la Reserva Faunística Punta Bermeja, a 63 kilómetros de Viedma, donde se llega bordeando el Atlántico por la ruta de los acantilados, un camino provincial con formaciones rocosas de hasta 70 metros de altura.
En 14 kilómetros de costa y 600 hectáreas de monte conviven tres ecosistemas. Los lobos marinos comparten el paisaje con otros habitantes, algunos en peligro de extinción o protegidos, otros típicos de la fauna patagónica y hasta con fósiles de diez millones de años de antigüedad.
En su estudio y sistematización participan el Laboratorio de Mamíferos Marinos del Centro Nacional Patagónico, el Instituto de Biología Marina y Pesquera Almirante Storni y el Museo Argentino de Ciencias Naturales. El Consejo Provincial de Ecología y Medio Ambiente de Río Negro y la Fundación Azara-Universidad Maimónides coadministran esta reserva provincial.
Cada año, allí se realiza un censo de la población de lobos marinos, que crece alrededor del 5,7% anual. "Es la colonia de lobos de un pelo permanente, continental y mixta (de machos y hembras de todas las edades) más grande de América del Sur y hasta del mundo, porque esa especie es endémica desde el sur de Brasil hasta las Malvinas y hasta Perú", precisó a LA NACION vía telefónica desde la reserva su responsable, Karina Novillo, especialista en conservación de la biodiversidad.
Además, ese crecimiento anual atrae la formación de nuevos grupos de reproducción de la especie en localidades cercanas y que llegan de apostaderos de la región. La cantidad total de lobos marinos de un pelo censados en la costa de Río Negro es de 6742, de los que 3044 pasan todo el año en Punta Bermeja. Esa colonia incluye 262 machos adultos, 126 machos subadultos, 1837 hembras y juveniles, y 819 crías, a las que se puede ver jugando en grupo.
"Si bien esta especie ya no está en extinción, hoy sólo existe el 15% de la población original. Desde los años 60 se está recuperando y los esfuerzos de conservación apuntan a evitar el ingreso de personas por tierra y el sobrevuelo con parapentes o aladeltas porque impacta en la colonia", explicó Novillo. Todo eso genera estampidas de los animales hacia el agua. El contagio del pánico hace que, en la carrera, los adultos pasen por encima de las crías o las hembras aborten.
Por eso, en toda la reserva, cuya entrada es gratuita, hay indicaciones precisas que los visitantes deben seguir y pasarelas que unen miradores para disfrutar de los lobos y las piruetas de otras especies marinas, como ballenas -incluidas las franciscanas, que están en peligro de extinción-, delfines, elefantes marinos y cormoranes imperiales.
"Si hay una baja considerable de la población de un año a otro, se evalúa con los científicos si hay que hacer un control sanitario o si está pasando algo con los recursos pesqueros de los que ellos se alimentan", dijo Novillo.
Inquilinos variados
Además de la fauna marina, la reserva posee médanos y montes llenos de una flora variada, que incluye unquillos, olivillos, llaollines, chañares y alpatacos rodeados de gramíneas. Entre las especies en estado vulnerable que habitan la reserva hay un ave emblemática de la Patagonia, el choique, similar a una perdiz de alrededor de un metro de altura. En el recorrido, uno puede cruzarse con una mara, que es un roedor en peligro de extinción, o con un gato de los pajonales o un gato montés. También hay especies en estado vulnerable, como el puma, el hurón menor, el zorro gris chico, la gaviota cangrejera, el chorlito, el halcón peregrino y el petrel gigante.
En el camino es poco probable no ver un loro barranquero, ya que los especialistas llevan relevados 2800 nidos de esta especie protegida. "Justamente, Punta Bermeja fue declarada humedal de importancia no sólo por su colonia de lobos marinos de un pelo, sino también por su población de gaviotas cangrejeras y de loros barranqueros", agregó Novillo.
El próximo desafío es producir información científica de su yacimiento paleontológico, que incluye restos fósiles marinos y huellas de los animales que habitaron la Patagonia hace millones de años, como los perezosos y aves carnívoras gigantes.
"Hay huellas de fororracos, que fueron aves de entre 1,50 y 1,70 metros de altura y con poca capacidad de vuelo; además de perezosos o ungulados herbívoros, que son anteriores a la unión entre América del Norte y del Sur, es decir, de entre 4 y 7 millones de años de antigüedad. Algunos de ellos hasta convivieron con el hombre, como las macrauquenias (o "llamas grandes"). Aún queda mucho por estudiar en la zona, incluidos los sedimentos de los acantilados y las ostras fósiles de unos 10 millones de años. El camino por recorrer es impresionante y estamos empezando a andarlo", finalizó Novillo.
Fuente: La Nación
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1236166