Vistas majestuosas de la Cordillera y los lagos Nahuel Huapi Y Moreno, desde los miradores naturales del bosque. Además, paseos en barco.
El auto reposa en la banquina y el hombre, subyugado por el marco, elige dejar de ser espectador, para experimentar con el propio cuerpo el contacto directo con la naturaleza.
Tarde o temprano, la tentación gana a todos los turistas que llegan a la península Llao Llao , a 25 km de Bariloche . Se pierden en rodeos antes de abordar las embarcaciones, que calientan motores junto al muelle de Puerto Pañuelo. El Nahuel Huapi se agita y empapa la playa de canto rodado. El Parque Nacional Nahuel Huapi –hecho de paisajes, colores y melodías en perfecta armonía– es el envoltorio de lujo de Bariloche, la más preciada joya de Río Negro , al pie de los cerros andinos.
El bosque que llena los ojos es una madeja de cipreses, arbustos, cañas, enredaderas, musgos y helechos. Por esa maraña se abren paso los senderos, tentáculos que viborean hasta alcanzar un claro y dispensar panorámicas empastadas por los colores de la Cordillera. La península Llao Llao es una flecha que perfora los lagos Nahuel Huapi y Moreno. Bajo el impacto de ocres y rojos que despide el sol del atardecer, empalidecen el azul furioso de las aguas, los tonos verdes que abarrotan las laderas y las alturas eternamente blanqueadas por la nieve. El hotel Llao Llao, concebido en los años 30 por el arquitecto Alejandro Bustillo, emerge como un coloso decidido a desafiar a esos gigantes. Desde otra perspectiva, la construcción de madera y piedra coronada por tejuelas de alerce parece dividir las aguas con autoridad.
Menos ostentosa, la capilla neogótica San Eduardo es otra obra de arte mayor de Bustillo. Enfrente, la casa Ayelén se ocupa de deleitar los paladares, con su batería de productos a base de rosa mosqueta. La merodean caminantes y aventureros en mountain bike y 4x4, rodeados por ruidosos contingentes, desembarcados de sus excursiones a la isla Victoria, Puerto Blest y el bosque de arrayanes de Villa La Angostura.
Para retribuir tanta belleza, los pioneros suizos franceses prefirieron establecer cerca de Llao Llao su Colonia Suiza a fines del siglo XIX. Allí, sus descendientes tienen la delicadeza de revelar los secretos de su exquisita repostería. Nada menos que una de sus mejores virtudes, que se lleva de maravillas con el entorno.
Fuente: Clarín
http://beta.clarin.com/viajes/Lugares-encantados-LLAO-RIO-NEGRO_0_266973468.html